Monte Tláloc

26.10.2012 15:04
Altitud 4125 m/nm
Ubicación φ 19° 24´ 41.7” – λ 98° 42´ 44.8” (cima Monte Tláloc)
Arqueología 4 sitios registrados
Entidad México y Puebla
Decreto 24 de enero de 1931, como parque nacional
Superficie 19418 hectáreas con la Iztaccíhuatl

La Sierra Nevada o Sierra de Río Frío esta conformada por los montes Tláloc (4125m/nm), Telapón (4065m/nm), Yoloxóchitl (3,900m/nm), los Potreros (3,600m/nm), el Papayo (3,640m/nm), el Tlamacas (3,220m/nm), el Tejolota (3,020m/nm), la Mesa (2,800m/nm) y el Tezoyo (2,660m/nm), es una cordillera de 70 Km. de longitud.

El monte Tláloc, (4125m/nm) ubicado al oriente del valle de México, donde las culturas prehispánicas adoraban al dios de la lluvia y en cuyas faldas se localizan los baños de Nezahualcóyotl, ubicado en Texcoco, es la zona arqueológica más alta del mundo, y ahí cada año iban los emperadores prehispánicos de la triple alianza a rendirle culto a Tláloc para que entregara buenas lluvias a todo el valle de México.

La altitud del Monte Tláloc no lo hace un sitio destacado en el paisaje, lo extraordinario del lugar es el tetzacualco y su amplia calzada, Se trata de una calzada de 300 metros que termina en un superficie cuadrangular, donde antes existían muros y dentro se realizaban los sacrificios, que desde el pasado despertaron la atención de ilustres historiadores como: fray Diego de Durán, fray Bernardino de Sahagún, Francisco Xavier Clavijero, Fernando de Alva Ixtlixóchitl, Muñoz Camargo y fray Juan de Torquemada, entre los más relevantes. Iwaniszewski sugiere que hubo phttps://arkeopatias.files.wordpress.com/2010/06/4-tlaloc.jpgor lo menos dos fases constructivas.

La Montaña Fantasma.

Comienza a clarear el día que trae consigo la vista del paisaje, hacia el sur está la Iztaccihuatl y el Popocatépetl, hacia el oeste la Ciudad de México y al fondo en el horizonte el Ajusco y el Nevado de Toluca, hacia el norte el gran valle de Teotihuacan y hacia el este el fenómeno de la montaña fantasma. Ya todos colocados en las partes más altas del templo, observamos la salida del sol, la cual sale hacia la derecha del pico más alto, que corresponde a lo que es la Malinche, la montaña es un fenómeno, una ilusión que hace parecer una sola al Cofre de Perote, al Pico de Orizaba y a la Sierra Negra, localizadas en el Estado de Veracruz y a la Malinche en el Estado de Tlaxcala y Puebla, la cual abarca la mayor parte del paisaje provocado por la salida del sol en esa dirección; transcurridos algunos minutos, ya que se separa el sol de la cumbre de la montaña, se observa la sombra del monte Tláloc, sobre la Ciudad de México.

Arqueología

La investigación arqueoastronómica apunta a que el adoratorio o tetzacualco de la cima guarda en la orientación de sus muros alineamientos que señalaban fechas relevantes para los mexicas. Por ejemplo, un observador desde la cima verá salir el Sol por detrás de La Malinche y el Pico de Orizaba, al inicio del año que para ellos era el 12 de febrero, haciendo por cinco días una clara referencia a los nemontemi, los días aciagos del calendario azteca. También hay relación con otras montañas por medio de líneas visuales que corresponden a otras fechas del calendario ritual y agrícola. La calzada tiene un largo de 152m, y está desviada a 281º30´, el tetzacualco exterior mide 50 por 60 metros con diferencias en la alineación de cada muro tanto interior como exterior. A simple vista parece un rectángulo desajustado por la discrepancia en la simetría de sus muros, pero entendemos que esto es intencional ya que cada uno marca distintas líneas visuales a diversos puntos del horizonte como ya se indicó.

Fray Diego Durán detalla el sacrificio de niños en la cima del Monte Tláloc (SRF-01), para el mes de Uey Tozoztontli. Era una celebración afamada en toda la cuenca de México, porque a ella asistía la clase gobernante.Foto

10. Enderezábase esta fiesta para pedir buen año, a causa de que ya el maíz que habían sembrado estaba todo nacido. Acudían a celebrarla –como dije– el gran rey Motecuhzoma, al monte referido, con todos los grandes de México, de caballeros y señores, y toda la nobleza de él venía...

11. Para los cuales señores se hacían grandes y vistosas chozas y ramadas, conforme a la calidad de las personas pertenecían, de tan poderosos reyes y señores y tan temidos y reverenciados, haciendo para cada rey y parcialidad, en distintos lugares del monte, casas pajizas, con sus retretes y apartados, como cosa que hubiera de ser durable, y todos a la redonda de aquel gran patio que dije había en lo alto.

12. De donde el día, luego en amaneciendo, salían todos estos reyes y señores, con toda la demás gente, y tomaban un niño de seis o siete años y metíanlo en una litera, por todas partes cubierto, que nadie no le viese, y poníanlo en los hombros de los principales y, puestos todos en ordenanza, iban como en procesión hasta el lugar del patio, al cual lugar llamaban tetzacualco. Y llegados allí, delante la imagen del ídolo Tláloc mataban aquel niño, dentro en la litera, que nadie no le veía, al son de muchas bocinas y caracoles y flautillas. Mataban este niño los mesmos sacerdotes de este ídolo.

13. Después de muerto (el niño), llegaba el rey Motecuhzoma con todos sus grandes y gente principal, y sacaban un aderezo y rico vestido para el ídolo y, entrando donde el ídolo estaba, él mesmo con su propia mano le ponía en la cabeza una corona de plumas ricas y luego le cubría con una manta, la más costosa que podía haber y galana, de muchas labores de plumas y figuras de culebras; en ella poníanle un ancho y grande braguero ceñudo, no menos galano que la manta, echándole al cuello piedras de mucho valor y joyeles de oro; poníanle ricas ajorcas de oro y piedras y a las gargantas de los pies, y juntamente vestía a todos los idolillos que estaban junto a él.https://arkeopatias.files.wordpress.com/2010/06/2-tlaloc.jpg

14. Acabado Motecuhzoma de vestir al ídolo y de ofrecer delante de él muchas y muy ricas cosas, entraba l

uego el rey de Tezcoco Nezahualpilli, no menos cercado y acompañado de grandes y señores y llevaba otro vestido a la mesma manera y aun si en algo se podía aventajar, se aventajaba, y vestía al ídolo muy costosamente y a los demás idolillos, excepto que la corona no se la ponía en la cabeza, empero colgábasela al cuello, a las espaldas y salíase.

15. Entraba luego el rey de Tlacopan con su vestido y ofrenda y, a la postre, el de Xochimilco, acompañado con todos los demás, con otro vestido muy rico...

19. Acabadas todas estas cerimonias bajábanse todos al poblado a comer, porque no podían comer allí en aquel lugar, teniendo en ello superstición y agüero. Y así, acá en los pueblos cercanos tenían muy bien aderezada la comida, con mucha abundancia y suntuosidad, conforme a reyes y príncipes y grandes señores, volviéndose cada uno a su ciudad.

20. Cuando alguno de los reyes estaba impedido por alguna urgente necesidad, que no podía ir en persona, enviaba su lugarteniente o delegado, con todo el aparato dicho y ofrenda, para que ellos en su nombre lo ofreciesen e hiciesen todas las demás cerimonias que hemos contado. Lo cual todo concluido, constituían una compañía de cien soldados, de los más valientes y valerosos que hallaban, con un capitán, y dejábanlos en guarda de toda aquella rica ofrenda y abundante comida que allí se había ofrecido, a causa de que los enemigos, que eran los de Huexotzinco y Tlaxcala no la viniesen a robar y saltear.

El milenario cerro del Tláloc, lugar que utilizaron los pueblos hablantes de la lengua náhuatl, para celebrar el inicio de lo que esperan será un buen año, la ceremonia y ofrendas son para los dioses del agua Tláloc y Chalchitlicue, y a sus ayudantes los Tlaloques, la ceremonia, según narraciones de Fray Diego Durán y Sahagún, consistían en subir a los infantes “más llorones” , para sacrificio a los dioses, pues mientras más fuera su llanto, mayor agua habría en la época de lluvias y por lo tanto mejores y abundantes cosechas les serían dadas; era pues la nobleza y los sacerdotes de cada uno de los pueblos que habitaban los alrededores los que subían a este lugar, ya estando en la cima se dirigían al templo dedicado a éstos dioses, el cual era especialmente adornado con plantas para representar lo que ellos creían que era el Tlálocan, es decir uno de los nueve paraísos que creían que existían, éste era regido por Tláloc, Los indicados para hacer las ofrendas eran los Tlatoanis, comenzando por el gobernante del imperio mexica, quien coronaba con sus ofrendas la cabeza del gran monolito negro, en el que estaba esculpida la imagen del dios Tláloc; seguido por el de Texcoco, quien adornaba el cuello del dios, luego el de Culhuacán, Xochimilco y todos los gobernantes de la región incluyendo a los del señorío de Tlaxcala. La sangre de los niños sacrificados se utilizaba para rosear las imágenes de los dioses, además de las representaciones de cada uno de los volcanes y cerros que lo rodean.

Esta montaña encierra un aspecto de suma importancia sobre el que hay que profundizar. Durán relata que los tlatoanis y gente importante que subía a la ceremonia anual, llevaba comida y presentes como cuentas, etc.que dejaba en el recinto donde había tenido lugar la practica ritual. Pero gente de los pueblos adyacentes próximos subían después a comerse los alimentos de los dioses.

A raíz de esto los aztecas adoptaron la practica de dejar cien guardias durante algunos días para impedir ese sacrilegio.No obstante, la gente seguía subiendo a comer. Como los mexicanos eran muy ladinos, dice el historiador, se fingian dormidos y dejaban que los otros comieran hasta llenar. Cuando consideraban que ya estaba pesados por el proceso de la digestión, salían y mataban a todo el que dieran alcance.

El que conoce esta montaña ( diez o quince kilómetros de distancia y unos dos mil metros de desnivel  a una altitud arriba de los 4 mil) sabe que es lo más absurdo.  Se gasta más energía en ascender y bajar tales desniveles, con clima muy cambiante, que lo que se puede ganar en una comida.¡Sobre todo si en ello le va la vida! Y en un pensamiento tan sumamente religioso como es el del México prehispánico a nadie s e le ocurriría semejante sacrilegio de robar el alimento de los dioses. Eso se puede pensar en la cultura occidental con sus dosis de laicismo pero no en la cultura mexica.
Es probable que estemos aquí ante una situación de autosacrificio. Al estilo de lo que sucedía en el monte Teocuicani, en la ladera sur del Popocatepetl. Cada año se armaban los ejercitos del lado de la actual Puebla y los del lado de México para bajar de su adoratorio la escultura del que repsrentaba al dios Teocuicani y llevarselo pra su tierra. Había cantidad de muertos en cada guerra ¡pero el ídolo jamás nadie lograba bajarlo! Al año siguiente volvía la guerra...

En el caso del Teocuicani podemos pensar que estamos ante el mundo del Atlachinolli, la guerra florida, el aguaquemada, la guerra no de conquista sino por deporte sagrado para llevarse prisioneros cada quien para su bando y sacrificarlo a sus respectivos dioses.
Pero en el monte Tlaoc no había esa igualdad de fuerzas. Aquí solamente un bando exterminaba...
Mientras son peras o son manzanas hay que ir al monte Tlaloc. Es la Meca de nuestra religión original, y por ende, de nuestra cultura madre.

Fuentes:

https://montero.org.mx/tlaloc.htm

https://www.jornada.unam.mx/2012/05/19/estados/033n3est

https://arkeopatias.wordpress.com/2010/06/08/un-dia-entre-mito-fantasia-y-naturaleza-el-cerro%C2%A0tlaloc/

https://tlamatzinco.blogspot.mx/2010/02/tlaloc-monte-adoratorio.html